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martes, 26 de diciembre de 2023

Los Romanceros: conjunto de parranda

 La fotografía manifiesta mucho más el huidizo e inalcanzable instante, haciéndose como aguinaldero;  los rostros respiran nostalgia en un rumor reverente que acerca corazones de casas, que predominaron en nuestras calles para favorecer los colores locales, de un país que se nos vuelve estrecho, en el respirar de una post- modernidad disfrazada de belleza, alienante, de un Halloween anglosajón impuesto, desabrido, sin ninguna significación ni siquiera para quienes lo practican aquí en Venezuela y en América Latina;  porque no conocen sus orígenes.                   

Nuestro sentido de pertenencia se pronuncia como vida y promesa desgajados en verso de aguinaldo, danzando en los días, noches y madrugadas como un lento desfile del pasado. Es la memoria descubriendo cosas que no se sabían guardadas, y al salir en el verso de la fotografía, es una lectura poética infinita, llevando a su antojo todo el sentir del color del pueblo de San Francisco de Asís, antiguo Garabato.               

José Sánchez Arévalo.

Fotografía: Conjunto de Parranda Navideña Los Romanceros de la población de San Francisco de Asís, Zamora, Edo. Aragua, año 1992. De izquierda a derecha de pie Argimiro Villegas, José Antonio Villegas, Luis Tesorero, Carlos Blanco con el furruco, detrás con la bandera Enrique Parra, con el faro Julio Aparicio y José Aparicio con el cuatro. Agachados o en cuclillas de izquierda a derecha Enrique Sanoja, Manolo Blanco con la tambora y José Carrizales tambora.

 

Conjunto de parranda Los Romanceros.

 

domingo, 11 de diciembre de 2022

ELEGÍA Y CRÓNICA SOBRE PONCIANO RAMÍREZ

 En la frondosidad de su saber aldeano derramando la guasa de su humor, Ponciano Ramírez se ausenta intacto, dejándonos impregnados de su realismo mágico religioso.

Era y es puro humor, porque solo su presencia arrancaba sonrisas de placer, y toda la atención puesta en él, florecía el ambiente, tornándolo propicio para la risa y más allá, despejando con su ritual humoroso  las nubes extrañas de la tristeza.

Ponciano cabalga sobre el lúdico poder oral del cuento, de la narración, del chiste o anécdota. Nadie como él para conjurar lo oscuro, lo fatal, lo nebuloso y en ese cabalgar, su mágica soltura, su religiosidad empinada desbordaba todos los cauces lúdicos; esos juguetones encuentros  maravillosos, haciendo de los instantes, la imagen de sus días, centrándose en el lugar de la máxima alegría, El Caro.

¡Cuánto nos ofrendas Ponciano!  ¡INMENSURABLE!

¡¿Qué te llevas?!

Seguros estamos que te llevas El Garabato de tantos sueños. Somos corazones fervientes destinados a invocarte.

¿Vas al cielo?

Así es, porque Dios te guarda un lugar a su diestra para oír con atención tus anécdotas, tus versos en la quema de Judas, acompañada de tu fuerza histriónica, que te hace particular en la cotidianidad con la gente.

Muchacho de El Caro, Viejo Amigo, Compañero del Alma, Auspiciador de Sonrisas, Invocante del Humor, Cronista de La Alegría, nos dejas todo tu bagaje y legado de humor.

              

 PONCIANO RAMÍREZ: UN CUENTERO QUE DESOCULTA EL SER DEL ARTE DE CONTAR

 

Para los panas de El Caro, abrazados en el compañerismo, siempre.

 

                Todo se conmueve en el reino del ser humano(a) y en su transformación constante acaece su creación que contribuye a definir mejor lo contrastante. Por ello en el espíritu finito humanamente objetivado al expresar su voluntad, hombre y mujer definen sus creencias, sus poderes, su saber como consecuencia misma de propiedades visionarias de excepción.

                Al proponerse a crear, el hombre y/o la mujer descorren el velo propietario del conocimiento, y enuncian las propiedades de su ser propio. En este ámbito que conocemos como naturaleza ontológica, contribuye a definir y, por qué no, a distinguir entes humanos sociales por su versatilidad en la penetración y captación de las cosas, en su sencilla amplitud y estrechez.

                En la manifestación ideal de un hombre o mujer de pueblo más propio, autóctono, versátil, revelan la identidad más oculta de poderes creadores; esa expresión quizá inefable, proveniente de una ontología generativa.

                Afirmándose propiciamente para manifestar su poderío artístico, emana del alma popular las expresiones más puras tradicionales; factor fundamental que fundamenta como un sacerdocio riguroso para apropiarse de su entorno. Por eso  la tradición siempre ventilada encontrará al elemento humano preocupado e inquieto en cada vereda, en cada espacio de Venezuela, esparcidos pero plantados y plantadas en su auténtico “…  sabor de patria ancha, generosa y abierta a todos los abonos de la cultura”, como lo dice Juan Pablo Sojo, en su libro Estudio del Folklore Venezolano, página 44, año 2008. Caracas, Venezuela.

                Si esto es así con la distinción que relaciona saber y cultura, en ese continuo andar confluenciamos con Ponciano Ramírez, un Garabateño Sanfrancisquence caracterizado por el sentimiento de pertenencia a su toponimia, al lugar que patentiza en cada interpretación de narrador o contador de “cuentos de velorios”. Pero ¿qué camino nos conduce a este peculiar hombre? El camino nos lo allana él mismo cuando nos refiere su sentimiento por San Francisco de Asís: “Este es el mejor pueblo del mundo”. “Aunque los tiempos han cambiado para San Francisco”.

                El estar siempre de humor lo identifica en su entorno social, querido y respetado. No es una representación correcta sino que es llevado por la espontaneidad de decir: “Yo era muy folklórico”. “Aún soy folklórico”. Su peculiaridad es su origen esencial, es la fuente por donde emana la sensibilidad en el amplio sentido de ver. Como  vida venturosa y cordial, abrazado conmocionadamente a sus compañeros de El Caro, lo hacen relatar: “Somos nacidos y creados en el pueblo”, para demostrar lo importante de su tierra, y de dónde es su proveniencia.

                El establecimiento de su mundo desde la niñez hasta ahora, etapa muy vivida, agitado en recuerdos le dan el movimiento para trepar a las alturas de la nostalgia, dándole cuerpo a la evocación, y la añoranza cobra su perfil más inminente para cambiar su lugar ahora, su tiempo ahora, y enseñorearse en movimiento espiral al reposo dinámico, nostalgiado.

                Ponciano Ramírez en el aldeano San Francisco fue actor del grupo Teatral CLUB 5V en los años 60; esta condición lo llevaba a disfrazarse en carnaval y ser factor primordial en la alegría de estas fiestas en el pueblo. Ahora a su edad de setenta (70) años conserva el vigor de las gentes generosas y activas, aunque su oficio esté perdiendo vigencia, no así su exultación o lo que es lo mismo, su alegría extrema.

                El escritor venezolano Carrera Damas, (1993, p.61) refiriéndose a los contadores y contadoras de cuentos en velorios detalla concretamente: “Contar cuentos en velorios es encontrar la manera de no estar hablando todo el tiempo de la muerte, o más bien de mentarla distrayéndose, sin pensar mucho en ella y sin que ella piense mucho en uno”...

                En Ponciano Ramírez encontramos a un conjurador de  la muerte doméstica y en su sano humor es un sobrevenir narrativo, cotidiano. Su ser un lugar abierto en medio de San Francisco de Asís, porque él deviene  y es todo un acontecimiento en la verdad de su arte narrativo oral.

José Sánchez Arévalo/ 2014    

Ponciano Ramírez.





viernes, 12 de agosto de 2022

SEMPITERNO REECUENTRO

José Sánchez Arévalo

Complementados en despliegue imaginativo, la palabra y la plástica se cobijan en nostalgia. Parece sentirse al silencio balbuciendo entre los objetos con cada línea suave de la ilustración, mientras el poeta dibuja en cada frase la ronda florecida de una mujer, viéndose en el reflejo de sus días al encuentro de otros días, desprendiendo rememoraciones. Quizá debí decir, son dos lenguajes plásticos danzando en cada palabra grave con voz registrada agudamente, al vuelo de un compás que cruza los tiempos, nos adentran hacia la tibieza del recuerdo.

Enredada en pertinaz evocación, renace Ana Belén desde la creación de Cudevila toda caminos, manando latidos para tatuarse en el fondo de su rostro y tatuarla en el crisol  del paisaje ignoto, donde su raíz sigue germinando.

Ana Belén rumora como “un milagro en el reencuentro” de nuestros días, mientras la evocamos transida de arraigo, “sin sombras y sin velos”. Reencontrarse para ella, era entrar a venas bullendo en historias, revivirlas. Todo el amor de esta mujer, amantísima de su suelo, se vuelca en este sencillo canto, de su franqueza entonada en registros de palabras, alternándose en ritmo de querencias. La sentida poeta dentro de su Cudevila toda caminos es un cuerpo espiritual íntimo, integral mostrándonos lo infinito de pertenecer a un lugar. Nos lega una necesidad de reflexión desde la poesía más libre, franca, virtuándose en nutrientes de sentimientos, donde el paisaje que rodea su lugar, Cudevila, muestra los matices que nos florecen el ser o el alma de reminiscencias.

Sin alardes, su serena evocativa de reencontrarse siempre en el suelo materno con generaciones anteriores y posteriores y con animidad profunda, nos ofrecen la manera de mirar y de mirarnos en esta ausencia que es pura presencia de paisajes de presencias.


Ana Belén Aular de Salas (1933 - 2003).
Foto: Facebook Humberto Moreno.

Cudevila toda caminos. Ana Belén Aular (1991).

Cudevila toda caminos...


martes, 12 de julio de 2022

ALY PÉREZ UNA DIMENSIÓN POÉTICA DE AIRES CONCRETOS

José Sánchez Arévalo

Estrechamos el rumor de tus voces entre lo solitario del espacio que la ausencia reclama y el desatado frenesí de los poemas iridentes respirando rigurosas entonaciones en los movimientos de la infinita creación humana, traspasada por la finitud.

La tierra de tus mitos, los soplos de aves tertulianas en los ramales de tu poética, los instalados instantes orales en atmósferas florecientes por tus amadas calles de La Villa de San Luis Rey de Cura, incendian de nostalgias y ahoras como ineluctables ciclos espirálicos.

Nada oscurece tu permanencia, nada infiltra tu creación, nada suena sino al contrapunto de tu “Canción Nocturna”, hundiéndose en el contextual sueño de “Viejas Escrituras”.

Tu acendrada pertinencia de poeta, evidencia la palabra sin transición de tu ingenio rodando con subitamientos acompasados palabras de imágenes, de imaginación, de pensamiento, de sentimiento, de razonado enfoque, de lírico renacimiento por las arboledas venteándote de poemas, crucificándote en el hierro del viento, viajero amigo, surtidor de tus siempres y nuncas.

Dejas en nosotros y nosotras, apiladores y apiladoras de vivencias, la imbricada munificencia del misterio más sabroso del saber de los aires concretos de sueños: lo que no sabemos para saberte aun en tu octava dimensión musical que entona salmos desde “La Crónica de la casa y El Río” confluenciándose al “Salmo de Los Gallos”.


Fotografía tomada de la revista Expresión de Villa de Cura


Aly Pérez, poeta y pintor villacurano.


jueves, 7 de julio de 2022

Los cien años de don Jesús

José Sánchez Arévalo

En Jesús María Bolívar, señor del tiempo, encontramos los saltos de un potro. Ese hombre no adivina su sombra en los caminos, cabalga a lomo de la vida, domándola. Porque el tiempo no es obstáculo para quien los años van en pos de él. Son cien años de un vivir a espaldas de la soledad, esta jamás pudo penetrar en su aposento.

Tiempo indetenible, con jugador de las horas, transcurso de un siglo que se le ha hecho pequeño; que no ha vivido, que no ha experimentado una existencia como la de don Jesús, laboriosa, o como él mismo dice: “mis años son mis mejores aliados”. Anda siempre por las calles de San Francisco de Asís con ese caminar pausado, como esperando encontrar algo que lo termine de sorprender.

Ensalmador, jugador en los campos. Su vida no se le ha escapado por los vericuetos de la indiferencia hacia un pueblo con el cual creció, y así funda entre otros La Sociedad Benéfica San Francisco, por allá por el año 23, y es pionero del béisbol desde 1932. Hombre de polvo y tabaco, hierbas y protagonista contra la langosta. El eclipse de sol y ver convertirse “Garabato” en San Francisco de Asís. Se pasea por la vida con una memoria insólita, de asombro por lo preciso. De mirada clara, al uso de los ojos, y al uso de la conciencia.

De familia larga, don Jesús María Bolívar representa la reverencia y el respeto. Es el sabedor de la historia del pueblo.

Cien años parecen nada diciéndolo con ligereza e indiferencia, pero cuando vemos a Jesús y retrocedemos en el tiempo, quedamos perplejos ante tanta memoria recogida en un solo ser.

Es un hombre sencillo. Al preguntársele que piensa de la vida, responde siempre jocosamente: “La vida, chico, soy yo, porque no conozco otra”

Y así el madrugador del tiempo, avaro de enfermedades, sigue su tránsito, inmutable, desentreñador de un siglo y en pos de otro que tal vez no lo asombre.

Don Jesús María Bolívar.

martes, 5 de julio de 2022

Rostro y mirada

José Sánchez Arévalo

Lejos como un viaje sin medir el camino, su mirada se sorprende en ella multiplicando los signos del silencio. Inmensa donde alcanza el fulgor sin necesidad de espacio, sin saber que se pierde en la nada.

Rostro transmigrando en entre milenarias savias, añorando dioses detrás de los destellos del sol, aprehendiendo otras miradas que se asoman y detienen por explanadas de piel facial con velocidad de sueño. Plena y circunstancial, un esbozo de nostalgia prendido se consuma en las horas de incierta soledad, depositado en el transporte de la ternura que nos asombra.

En sus ojos, volátil, bebemos su sonrisa, y en la pulpa de sus labios palpamos los orígenes. Su belleza comienza en un ritual silencioso y solitario de caricias, sin ninguna incertidumbre, suscitando la luz: ingenua que se abre paso por entre sombras desnudando la noche esperada.

Más allá, el semblante haciéndose mirada anhela límpidos cielos sosteniendo constelaciones en busca de lo infinito. Y desviste su mirar dibujando enigmas en trazos de rostro, señalando hacia tierras inexploradas. Un ceremonial palpitante guarda sus pupilas para encender el hambre de nuevos misterios.

Invoca lejanos horizontes y así no huy n los pájaros extraviados por su vago; resplandor que proviene del fuego íntimo anidado en sus ojos.  Es la maga enloqueciendo a sus sacerdotes detrás del velo litúrgico en sus templos en flor, altiva hasta apaciguar a los espíritus desbocados con su dulce y vital juventud. Arrebol de cristalina. Circe,. planta en la tierra fértil de los sueños sus secretos cubiertos del follaje intrincado, erigiendo su perfil a la luz del sol.

Pareciera surgir desde una empinada cumbre para cruzar ignotos paisajes como una abeja que abandona un lirio ahíta de polen; frágil de tanto viajar hacia países de dudas. Pero su tímida mirada profunda se insinúa en el susurro de la brisa que le suelta el cabello y le hace leve una guedeja negra.

Del rostro de. mujer se desprende un fresco olor a azahares y eleva en aliento tibio un rumor a besos en la fronda imaginada. Toda la inefable sensibilidad aviva un canto prodigioso que corean ángeles miríficos que aprisionan la atención de quienes los oigan en el rostro de Katina, como una invitación de sirena, a ir juntos por océanos de pupilas tranquilas sin ningún presentimiento temperando la alternancia de la vida. La vemos y leemos como un libro porque en los ojos abiertos de la hermosa, al sumergirnos en su éxtasis, ambicionamos el alma, y en sus labios púrpura, ansiamos anclar el recuerdo que nos anonada, que nos duele.

Rostro y mirada proseguirán su travesía en su recóndita serenidad de luna soñadora en estación florida migrando en sueños, bosquejando duendes inmortales habitando sus ojos, alumbrando todos los pasos “en un exceso de amor y de luz”.

San Francisco de Asís

En el día 4 de noviembre. Año del Señor de 2004.

 


Betzy Medina (Katina). Foto: José L. Camejo
 

 


miércoles, 1 de junio de 2022

María Estílita y sus manos de nacer

El respeto por la vida humana debiera ser la primera condición de una cultura técnicamente avanzada; pero ello mismo entraña un mundo competitivo deshumanizándose, tendiendo cada vez más hacia una vocación esencialmente destructora, débilmente constructora y escasamente creativa, lo cual conduce a restar valores.

La horizontalidad de los días se sustenta en los antivalores, diluida en la mentalidad de hombres y mujeres preparados para individualizarse por una identidad sometida y medida desde los centros cínicos de poder, en un encuentro de sonámbulos.

Es la vida en el planeta con sus convenciones culturales y el patético peregrinar del hombre, inmerso en la soledad bulliciosa de las grandes urbes. En los días del milenio que comienza, hay poca vislumbre en los permanentes, pero fracasados intentos por encontrar o estructurar un camino hacia la armonía, que no desemboque e incremente el peligroso individualismo que impulsa la economía liberal, y que los mass media alientan con su carga funcional y subliminal, para provocar mucho más la desigualdad.

Así se crea un dios que desencadena actos de idolatría y adoración sumisa a la insolidaridad, transformando los reales poderes humanos en meras ideas-hombres-cosas: aberrante masa de ignorancia determinista. Sin embargo, existen bastantes oportunidades de supervivencia por la solidaridad humana en la lucha constante de grupos humanos, y en ejemplos vivientes en el mundo por los más apartados rincones del planeta, como el caso de una mujer llegada a San Francisco de Asís desde La Victoria hace muchos años.

quien nunca calculó el amor por su vocación de partera, le bastó con vivirla plenamente en el primer grito de los recién nacidos, como brote directamente de la vida. Su amor por el oficio guarda la limpidez del cristal, viniendo desde su ingenua y mágica eficacia. Ella es ternura sin ninguna mezcla. En ella la entrega es fuego que la quema dando tonalidades que nunca se habían visto. Sus rasgos anuncian un alma abrazada al sacrificio del quehacer más noble que existe: hacer nacer. Supo aprovechar la gracia que le fue impuesta. La fascinan los secretos de los recién llegados al mundo. Su alegría al hacer parir era algo más allá de lo natural, proveniente del sabio encanto de la creación.

Partera desde su adolescencia, caminando el cuerpo apretado de noches, de barro y polvo cubierto su andar, anegada de lluvias o con el sol pegado a su piel, sus manos prontas de diecisiete años cobran vida propia para oficiar el rito mágico-sagrado de hacer parir. En el doctor Germán Perdomo, primer médico residente el año 1946en San Francisco de Asís, va a encontrar el apoyo necesario aquella niña-mujer, quien nace al mundo del deber, haciendo nacer.

De aquel incipiente dispensario situado en la calle Comercio se mudan a la recién inaugurada sede ubicada en la calle Bolívar (hoy local de la CANTV), ya elevado dicho centro a categoría de medicatura, donde va a desempeñarse como enfermera jefa. Finalmente, después de treinta y seis años de servicio, cesa en sus funciones en 1982en el ambulatorio San Francisco de Asís en la urbanización Francisco Linares Alcántara  (La Molinera), cuya sala de partos lleva su nombre. Tuvo que enfrentar el pleno concepto del deber como estudiante de enfermería, cosa nada fácil entonces, porque los estudios contemplaban un régimen muy rígido, rotando por distintas secciones y también por hospitales de reclusión para enfermos altamente contagiados, con poca protección para los estudiantes. Después vendría su mejora­ miento profesional. Nunca había reposo, ni un "no puedo". Por eso cierta noche amasada en intensa oscuridad, tropezó con un bulto: era una vaca de las tantas nobles bestias que convivían con los pobladores en aquellos tiempos de aldea y de aparecidos entrevistos.

Ese rito de desumbilicar para umbilicar la vida, profundo, inefable de la más generosa forma del amor, hoy prácticamente no existe en los centros maternos donde el carácter se le agria a los niños desde el mismo momento de nacer. Ahí se desconoce el coraje que entraña semejante entrega al oficio que tal ha dejado de ser, porque esos espíritus estériles del tecnicismo médico carecen de manos de alma, como vertiente de la vida.

Su gran determinación va encauzada con el ansia del apóstol que siempre la acompañará, aunque ya no ejerza, y lleva en su corazón como una sed constante de servir en esa latitud de gente desasistida, para sentir la plenitud del deber. Tejedora ávida de luz, demostradora del mundo, su regazo es el aposento de mil nacientes llantos, y sus manos que extrajeron el fruto de la vida, son el calla­ do reposo concebidas para hacer nacer. Cortadora de oscuridad, vive untada de bendiciones, caminando el tiempo con la conciencia de su humilde pero maravilloso oficio, ya prácticamente desaparecido. Manos que ofrendan el fruto hacia la luz, trajinando un largo vivir oficiando ese acto sublime. Holística entrega, partera trascendiendo el simple deber, cuidando la semilla de vida con la paciencia de su oficio de mujer con espíritu y alma fieles; cumplidora de una divina misión.   

En su rostro ha quedado tatuada la sonrisa eterna delos niños que han nacido gracias a sus manos, y su cuerpo que no se doblega al tiempo, tiene en esta mujer nacida en La Victoria en 1928, la firmeza delas casas guardadoras de nobles memorias, que empezó agestarse desde su llegada a San Francisco de Asís el año 1946, para quedarse como señora madre de incontables generaciones que trajo a la vida con sus manos. Hada madrina, el pueblo de Asís ahora la acuna en el regazo tibio de su agradecimiento, porque ella es viva memoria del hondo contenido.

José Sánchez Arévalo

De: San Francisco de Asís. Vitral de memorias. 2006.


María estílita

La Mayéutica paridora de luz

En sus cabellos, trajín de las haras nubes fecundas, remembras del tiempo, anidan los años y frisan edades.

Inclinado el trazo de su cuerpo, su mirada atrapa más instantes del camino.

Nunca ha buscado, siempre encuentra en destinos el hilo del mundo, los gritos primeros hacia alturas denodadas. Mientras brazos en oración tendidos en búsqueda del origen, extraen cosimiento de vidas embrionadas

 José Sánchez Arévalo.


María Estílita, partera del pueblo de San Francisco de Asís.



Los Romanceros: conjunto de parranda