Estrechamos el rumor de tus voces entre lo solitario del espacio que la ausencia reclama y el desatado frenesí de
los poemas iridentes respirando rigurosas
entonaciones en los movimientos de la infinita creación humana, traspasada por la finitud.
La
tierra de tus mitos, los soplos de aves tertulianas en los ramales de tu poética, los instalados instantes orales
en atmósferas florecientes por tus amadas calles de La Villa de San Luis Rey
de Cura, incendian de nostalgias y ahoras como ineluctables
ciclos espirálicos.
Nada
oscurece tu permanencia, nada infiltra tu creación, nada suena sino al contrapunto de tu “Canción Nocturna”,
hundiéndose en el contextual sueño de “Viejas
Escrituras”.
Tu
acendrada pertinencia de poeta, evidencia la palabra sin transición de tu ingenio rodando con subitamientos
acompasados palabras de imágenes, de imaginación,
de pensamiento, de sentimiento, de razonado enfoque, de lírico renacimiento por las arboledas venteándote
de poemas, crucificándote en el hierro del viento, viajero amigo, surtidor
de tus siempres y nuncas.
Dejas en nosotros y nosotras, apiladores y apiladoras de vivencias, la imbricada munificencia del misterio más sabroso del saber de los aires concretos de sueños: lo que no sabemos para saberte aun en tu octava dimensión musical que entona salmos desde
“La Crónica de la casa y El Río” confluenciándose al “Salmo de Los Gallos”.
Fotografía tomada de la revista Expresión de Villa de Cura
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