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miércoles, 1 de junio de 2022

El hombre de los garabatos. Leyenda.

A Carlos Esteban León (Pelón).

Anteriormente, en la Venezuela rural, el hombre de campo sobrevivía con lo que obtenía del producto de sus conucos o empleándose como jornalero en las fincas o haciendas, así en su mayoría, ganaderas.

Muchos hombres que no conseguían emplearse de jornaleros se las veían negras para poder obtener el sustento de la familia, como es el caso de un hombre, vecino de una aldea muy pequeña cercana a la población de Villa de Cura, quien ante la situación por la que estaba atravesando, y como tenía mujer y dos hijos – muchacho y muchacha -,  maquinando y maquinando, un buen día se le ocurrió una idea que le permitiera ganarse unos cuantos pesos.

Una mañana envió al hijo a preguntar en las pulperías de la Villa, si vendían garabatos, para comprarlos. Cuando hizo este pedido en la primera pulpería, el pulpero y algunos clientes presentes en el momento, se mostraron al principio sorprendidos y extrañados por lo insólito del mandado, pero viendo la insistencia del muchacho. lo tomaron por loco dieron a reírse y a chancearse de él, lo mismo sucedió en cada una de las pulperías que iba visitando.

Al siguiente día, de mañanita. fue la hija con el mismo encargo, causando revuelo entre los pulperos y clientes de la población, pero sin estos darle mayor importancia porque los locos siempre tienen sus manías y parecía que se había desatado la loquera; la muchacha nada tonta les dejaba burlarse hasta el cansancio.

Dejando pasar unos tres o cuatro días, el hombre envió a su mujer, lo que no dejó de sorprender a todos, puesto que ya tenían casi olvidada la cuestión, por lo tanto, se pusieron atentos.

En las noches siguientes, jugando las partidas de siete y media y dominó, mientras apuraban el amargo, canela, aguardiente o menta, era el comentario general.

Mientras, el hombre había ido reuniendo gran cantidad de jaces de garabato, y poco más de una semana después de la visita de su mujer a estos establecimientos, cargó a su bestia de garabatos, se presentó en la primera pulpería de Villa de Cura, entró como si nada, y pidió un trago de aguardiente. A todas estas el pulpero no quitaba los ojos del cargamento; pero no aguantando más su curiosidad, le preguntó al hombre a donde se dirigía con esa mercancía, contestándole éste, que era el primer reparto de muchos, que llevaba a unos musiuses que le habían encargado para enviarlos hacia el extranjero. Cuando le pulpero oyó esto se le agrandaron los ojos y propuso comprarle todas las cargas que tuviera. El hombre se hizo el remolón, pero al final cedió, vendiéndole este y sucesivos cargamentos a todas las pulperías de la Villa.

Nunca aparecieron los tales musiuses, la mercancía todavía permanece fría. y los pulperos eran el blanco de las chanzas y cuchufletas de los echadores de broma.

Tiempo después se supo, que el hombre que les había echado tal lavativa era de un lugar conocido como "Valero". sitio de paso de arrieros al que poco a poco se le fue llamando Garabato. "Sitio de Garabato".

Así nace San Francisco de Asís, hoy parroquia perteneciente al Municipio Zamora, asentada al oeste de los Valles de Aragua, cercana al lago de Valencia.

Calles, árboles siglosos y casas de caña brava y barro permanecen aún, como añoranzas de otros tiempos, nos remiten un pasado reciente de aldea que hace sentir al visitante un sentimiento de bucólica paz.

Muy anárquico en su crecimiento, asienta en su suelo unos 20.000 habitantes entre hijos legítimos y otros. llegados con la esperanza de vivir en un lugar donde la convivencia sea la virtud de sus moradores.

Rodeados de cerros calvos (Mata Redonda, Casupal, Oquirapa, El Peñón), algunos de sus hijos buscan su "Autodeterminación", interpretando con su sentir un hecho histórico trascendente e inaplazable que los llevaría a planificar un desarrollo integral sin falsas tutelas donde el hombre tenga un encuentro constante y armónico con la naturaleza

Viste de gala los primeros días del mes de octubre por ser sus Fiestas Patronales en honor al "místico de Asís", donde los venidos de distintos lugares del país repletan la iglesia; es día del encuentro con sus hijos porque ningún sanfranciscano deja de visitar a su pueblo por ser fecha de memorable epifanía.

Es una navidad de un pueblo, para todos. que nos permite reflexionar, como serían esas tradiciones perdidas que recogidas de manera oral en voces de abuelos nos llevan a imaginar el "Baile de los Negritos" el 28 de diciembre para celebrar los Santos Inocentes, en el profundo sentimiento de los desaparecidos Julio Villegas. César Corrales y en otros, vivos aún como Eduviges Perdomo(Chuvica); la Rajamacana, género musical navideño para celebrar la Pascua de Reyes en las voces ausentes de Jacinto Velásquez, Antonio Corrales, Teodoro Castillo y en voces vivas aún, pero calladas de tiempo, como la de Juan Rafael Franco.

Sin embargo, en el canto pascual ancestral de "Los Romanceros" y "Unión Molinera" de los barrios Rancho Grande y Molinera permanece latente ese sentir, ardiendo como fuego que aviva sus llamas en cantores de arraigo popular. Argimiro Villegas. Chicho Tesorero, brotando su palabra. encadenando versos, anunciándonos la alegría de la Navidad. Cantores paridos en la tierra de aquel "Hombre de los Garabatos", voces eternas que trasmontan siglos, que vivifican la tradición de aguinaldero en un renacer constante en el canto inefable de sencillez, de íntimo.

 José Sánchez Arévalo

San Francisco de Asís

Tomado de la revista Garabato. Año I – N° 1 - diciembre 1994.


El hombre de los garabatos. Ilustración: Alirio.



 

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