Páginas

domingo, 11 de diciembre de 2022

ELEGÍA Y CRÓNICA SOBRE PONCIANO RAMÍREZ

 En la frondosidad de su saber aldeano derramando la guasa de su humor, Ponciano Ramírez se ausenta intacto, dejándonos impregnados de su realismo mágico religioso.

Era y es puro humor, porque solo su presencia arrancaba sonrisas de placer, y toda la atención puesta en él, florecía el ambiente, tornándolo propicio para la risa y más allá, despejando con su ritual humoroso  las nubes extrañas de la tristeza.

Ponciano cabalga sobre el lúdico poder oral del cuento, de la narración, del chiste o anécdota. Nadie como él para conjurar lo oscuro, lo fatal, lo nebuloso y en ese cabalgar, su mágica soltura, su religiosidad empinada desbordaba todos los cauces lúdicos; esos juguetones encuentros  maravillosos, haciendo de los instantes, la imagen de sus días, centrándose en el lugar de la máxima alegría, El Caro.

¡Cuánto nos ofrendas Ponciano!  ¡INMENSURABLE!

¡¿Qué te llevas?!

Seguros estamos que te llevas El Garabato de tantos sueños. Somos corazones fervientes destinados a invocarte.

¿Vas al cielo?

Así es, porque Dios te guarda un lugar a su diestra para oír con atención tus anécdotas, tus versos en la quema de Judas, acompañada de tu fuerza histriónica, que te hace particular en la cotidianidad con la gente.

Muchacho de El Caro, Viejo Amigo, Compañero del Alma, Auspiciador de Sonrisas, Invocante del Humor, Cronista de La Alegría, nos dejas todo tu bagaje y legado de humor.

              

 PONCIANO RAMÍREZ: UN CUENTERO QUE DESOCULTA EL SER DEL ARTE DE CONTAR

 

Para los panas de El Caro, abrazados en el compañerismo, siempre.

 

                Todo se conmueve en el reino del ser humano(a) y en su transformación constante acaece su creación que contribuye a definir mejor lo contrastante. Por ello en el espíritu finito humanamente objetivado al expresar su voluntad, hombre y mujer definen sus creencias, sus poderes, su saber como consecuencia misma de propiedades visionarias de excepción.

                Al proponerse a crear, el hombre y/o la mujer descorren el velo propietario del conocimiento, y enuncian las propiedades de su ser propio. En este ámbito que conocemos como naturaleza ontológica, contribuye a definir y, por qué no, a distinguir entes humanos sociales por su versatilidad en la penetración y captación de las cosas, en su sencilla amplitud y estrechez.

                En la manifestación ideal de un hombre o mujer de pueblo más propio, autóctono, versátil, revelan la identidad más oculta de poderes creadores; esa expresión quizá inefable, proveniente de una ontología generativa.

                Afirmándose propiciamente para manifestar su poderío artístico, emana del alma popular las expresiones más puras tradicionales; factor fundamental que fundamenta como un sacerdocio riguroso para apropiarse de su entorno. Por eso  la tradición siempre ventilada encontrará al elemento humano preocupado e inquieto en cada vereda, en cada espacio de Venezuela, esparcidos pero plantados y plantadas en su auténtico “…  sabor de patria ancha, generosa y abierta a todos los abonos de la cultura”, como lo dice Juan Pablo Sojo, en su libro Estudio del Folklore Venezolano, página 44, año 2008. Caracas, Venezuela.

                Si esto es así con la distinción que relaciona saber y cultura, en ese continuo andar confluenciamos con Ponciano Ramírez, un Garabateño Sanfrancisquence caracterizado por el sentimiento de pertenencia a su toponimia, al lugar que patentiza en cada interpretación de narrador o contador de “cuentos de velorios”. Pero ¿qué camino nos conduce a este peculiar hombre? El camino nos lo allana él mismo cuando nos refiere su sentimiento por San Francisco de Asís: “Este es el mejor pueblo del mundo”. “Aunque los tiempos han cambiado para San Francisco”.

                El estar siempre de humor lo identifica en su entorno social, querido y respetado. No es una representación correcta sino que es llevado por la espontaneidad de decir: “Yo era muy folklórico”. “Aún soy folklórico”. Su peculiaridad es su origen esencial, es la fuente por donde emana la sensibilidad en el amplio sentido de ver. Como  vida venturosa y cordial, abrazado conmocionadamente a sus compañeros de El Caro, lo hacen relatar: “Somos nacidos y creados en el pueblo”, para demostrar lo importante de su tierra, y de dónde es su proveniencia.

                El establecimiento de su mundo desde la niñez hasta ahora, etapa muy vivida, agitado en recuerdos le dan el movimiento para trepar a las alturas de la nostalgia, dándole cuerpo a la evocación, y la añoranza cobra su perfil más inminente para cambiar su lugar ahora, su tiempo ahora, y enseñorearse en movimiento espiral al reposo dinámico, nostalgiado.

                Ponciano Ramírez en el aldeano San Francisco fue actor del grupo Teatral CLUB 5V en los años 60; esta condición lo llevaba a disfrazarse en carnaval y ser factor primordial en la alegría de estas fiestas en el pueblo. Ahora a su edad de setenta (70) años conserva el vigor de las gentes generosas y activas, aunque su oficio esté perdiendo vigencia, no así su exultación o lo que es lo mismo, su alegría extrema.

                El escritor venezolano Carrera Damas, (1993, p.61) refiriéndose a los contadores y contadoras de cuentos en velorios detalla concretamente: “Contar cuentos en velorios es encontrar la manera de no estar hablando todo el tiempo de la muerte, o más bien de mentarla distrayéndose, sin pensar mucho en ella y sin que ella piense mucho en uno”...

                En Ponciano Ramírez encontramos a un conjurador de  la muerte doméstica y en su sano humor es un sobrevenir narrativo, cotidiano. Su ser un lugar abierto en medio de San Francisco de Asís, porque él deviene  y es todo un acontecimiento en la verdad de su arte narrativo oral.

José Sánchez Arévalo/ 2014    

Ponciano Ramírez.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los Romanceros: conjunto de parranda