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martes, 12 de julio de 2022

ALY PÉREZ UNA DIMENSIÓN POÉTICA DE AIRES CONCRETOS

José Sánchez Arévalo

Estrechamos el rumor de tus voces entre lo solitario del espacio que la ausencia reclama y el desatado frenesí de los poemas iridentes respirando rigurosas entonaciones en los movimientos de la infinita creación humana, traspasada por la finitud.

La tierra de tus mitos, los soplos de aves tertulianas en los ramales de tu poética, los instalados instantes orales en atmósferas florecientes por tus amadas calles de La Villa de San Luis Rey de Cura, incendian de nostalgias y ahoras como ineluctables ciclos espirálicos.

Nada oscurece tu permanencia, nada infiltra tu creación, nada suena sino al contrapunto de tu “Canción Nocturna”, hundiéndose en el contextual sueño de “Viejas Escrituras”.

Tu acendrada pertinencia de poeta, evidencia la palabra sin transición de tu ingenio rodando con subitamientos acompasados palabras de imágenes, de imaginación, de pensamiento, de sentimiento, de razonado enfoque, de lírico renacimiento por las arboledas venteándote de poemas, crucificándote en el hierro del viento, viajero amigo, surtidor de tus siempres y nuncas.

Dejas en nosotros y nosotras, apiladores y apiladoras de vivencias, la imbricada munificencia del misterio más sabroso del saber de los aires concretos de sueños: lo que no sabemos para saberte aun en tu octava dimensión musical que entona salmos desde “La Crónica de la casa y El Río” confluenciándose al “Salmo de Los Gallos”.


Fotografía tomada de la revista Expresión de Villa de Cura


Aly Pérez, poeta y pintor villacurano.


jueves, 7 de julio de 2022

Los cien años de don Jesús

José Sánchez Arévalo

En Jesús María Bolívar, señor del tiempo, encontramos los saltos de un potro. Ese hombre no adivina su sombra en los caminos, cabalga a lomo de la vida, domándola. Porque el tiempo no es obstáculo para quien los años van en pos de él. Son cien años de un vivir a espaldas de la soledad, esta jamás pudo penetrar en su aposento.

Tiempo indetenible, con jugador de las horas, transcurso de un siglo que se le ha hecho pequeño; que no ha vivido, que no ha experimentado una existencia como la de don Jesús, laboriosa, o como él mismo dice: “mis años son mis mejores aliados”. Anda siempre por las calles de San Francisco de Asís con ese caminar pausado, como esperando encontrar algo que lo termine de sorprender.

Ensalmador, jugador en los campos. Su vida no se le ha escapado por los vericuetos de la indiferencia hacia un pueblo con el cual creció, y así funda entre otros La Sociedad Benéfica San Francisco, por allá por el año 23, y es pionero del béisbol desde 1932. Hombre de polvo y tabaco, hierbas y protagonista contra la langosta. El eclipse de sol y ver convertirse “Garabato” en San Francisco de Asís. Se pasea por la vida con una memoria insólita, de asombro por lo preciso. De mirada clara, al uso de los ojos, y al uso de la conciencia.

De familia larga, don Jesús María Bolívar representa la reverencia y el respeto. Es el sabedor de la historia del pueblo.

Cien años parecen nada diciéndolo con ligereza e indiferencia, pero cuando vemos a Jesús y retrocedemos en el tiempo, quedamos perplejos ante tanta memoria recogida en un solo ser.

Es un hombre sencillo. Al preguntársele que piensa de la vida, responde siempre jocosamente: “La vida, chico, soy yo, porque no conozco otra”

Y así el madrugador del tiempo, avaro de enfermedades, sigue su tránsito, inmutable, desentreñador de un siglo y en pos de otro que tal vez no lo asombre.

Don Jesús María Bolívar.

martes, 5 de julio de 2022

Rostro y mirada

José Sánchez Arévalo

Lejos como un viaje sin medir el camino, su mirada se sorprende en ella multiplicando los signos del silencio. Inmensa donde alcanza el fulgor sin necesidad de espacio, sin saber que se pierde en la nada.

Rostro transmigrando en entre milenarias savias, añorando dioses detrás de los destellos del sol, aprehendiendo otras miradas que se asoman y detienen por explanadas de piel facial con velocidad de sueño. Plena y circunstancial, un esbozo de nostalgia prendido se consuma en las horas de incierta soledad, depositado en el transporte de la ternura que nos asombra.

En sus ojos, volátil, bebemos su sonrisa, y en la pulpa de sus labios palpamos los orígenes. Su belleza comienza en un ritual silencioso y solitario de caricias, sin ninguna incertidumbre, suscitando la luz: ingenua que se abre paso por entre sombras desnudando la noche esperada.

Más allá, el semblante haciéndose mirada anhela límpidos cielos sosteniendo constelaciones en busca de lo infinito. Y desviste su mirar dibujando enigmas en trazos de rostro, señalando hacia tierras inexploradas. Un ceremonial palpitante guarda sus pupilas para encender el hambre de nuevos misterios.

Invoca lejanos horizontes y así no huy n los pájaros extraviados por su vago; resplandor que proviene del fuego íntimo anidado en sus ojos.  Es la maga enloqueciendo a sus sacerdotes detrás del velo litúrgico en sus templos en flor, altiva hasta apaciguar a los espíritus desbocados con su dulce y vital juventud. Arrebol de cristalina. Circe,. planta en la tierra fértil de los sueños sus secretos cubiertos del follaje intrincado, erigiendo su perfil a la luz del sol.

Pareciera surgir desde una empinada cumbre para cruzar ignotos paisajes como una abeja que abandona un lirio ahíta de polen; frágil de tanto viajar hacia países de dudas. Pero su tímida mirada profunda se insinúa en el susurro de la brisa que le suelta el cabello y le hace leve una guedeja negra.

Del rostro de. mujer se desprende un fresco olor a azahares y eleva en aliento tibio un rumor a besos en la fronda imaginada. Toda la inefable sensibilidad aviva un canto prodigioso que corean ángeles miríficos que aprisionan la atención de quienes los oigan en el rostro de Katina, como una invitación de sirena, a ir juntos por océanos de pupilas tranquilas sin ningún presentimiento temperando la alternancia de la vida. La vemos y leemos como un libro porque en los ojos abiertos de la hermosa, al sumergirnos en su éxtasis, ambicionamos el alma, y en sus labios púrpura, ansiamos anclar el recuerdo que nos anonada, que nos duele.

Rostro y mirada proseguirán su travesía en su recóndita serenidad de luna soñadora en estación florida migrando en sueños, bosquejando duendes inmortales habitando sus ojos, alumbrando todos los pasos “en un exceso de amor y de luz”.

San Francisco de Asís

En el día 4 de noviembre. Año del Señor de 2004.

 


Betzy Medina (Katina). Foto: José L. Camejo
 

 


Los Romanceros: conjunto de parranda