En la frondosidad de su saber aldeano derramando la guasa de su humor, Ponciano Ramírez se ausenta intacto, dejándonos impregnados de su realismo mágico religioso.
Era y es puro humor, porque
solo su presencia arrancaba sonrisas de placer, y toda la atención puesta en él,
florecía el ambiente, tornándolo propicio para la risa y más allá, despejando
con su ritual humoroso las nubes
extrañas de la tristeza.
Ponciano cabalga sobre el
lúdico poder oral del cuento, de la narración, del chiste o anécdota. Nadie
como él para conjurar lo oscuro, lo fatal, lo nebuloso y en ese cabalgar, su
mágica soltura, su religiosidad empinada desbordaba todos los cauces lúdicos;
esos juguetones encuentros maravillosos,
haciendo de los instantes, la imagen de sus días, centrándose en el lugar de la
máxima alegría, El Caro.
¡Cuánto nos ofrendas
Ponciano! ¡INMENSURABLE!
¡¿Qué te llevas?!
Seguros estamos que te llevas
El Garabato de tantos sueños. Somos corazones fervientes destinados a
invocarte.
¿Vas al cielo?
Así es, porque Dios te guarda
un lugar a su diestra para oír con atención tus anécdotas, tus versos en la
quema de Judas, acompañada de tu fuerza histriónica, que te hace particular en
la cotidianidad con la gente.
Muchacho de El Caro, Viejo Amigo,
Compañero del Alma, Auspiciador de Sonrisas, Invocante del Humor, Cronista de La
Alegría, nos dejas todo tu bagaje y legado de humor.
Para los panas de
El Caro, abrazados en el compañerismo, siempre.
Todo
se conmueve en el reino del ser humano(a) y en su transformación constante
acaece su creación que contribuye a definir mejor lo contrastante. Por ello en
el espíritu finito humanamente objetivado al expresar su voluntad, hombre y
mujer definen sus creencias, sus poderes, su saber como consecuencia misma de
propiedades visionarias de excepción.
Al
proponerse a crear, el hombre y/o la mujer descorren el velo propietario del
conocimiento, y enuncian las propiedades de su ser propio. En este ámbito que
conocemos como naturaleza ontológica, contribuye a definir y, por qué no, a
distinguir entes humanos sociales por su versatilidad en la penetración y
captación de las cosas, en su sencilla amplitud y estrechez.
En
la manifestación ideal de un hombre o mujer de pueblo más propio, autóctono,
versátil, revelan la identidad más oculta de poderes creadores; esa expresión
quizá inefable, proveniente de una ontología generativa.
Afirmándose
propiciamente para manifestar su poderío artístico, emana del alma popular las
expresiones más puras tradicionales; factor fundamental que fundamenta como un
sacerdocio riguroso para apropiarse de su entorno. Por eso la tradición siempre ventilada encontrará al
elemento humano preocupado e inquieto en cada vereda, en cada espacio de
Venezuela, esparcidos pero plantados y plantadas en su auténtico “… sabor de patria ancha, generosa y abierta a
todos los abonos de la cultura”, como lo dice Juan Pablo Sojo, en su libro
Estudio del Folklore Venezolano, página 44, año 2008. Caracas, Venezuela.
Si
esto es así con la distinción que relaciona saber y cultura, en ese continuo
andar confluenciamos con Ponciano Ramírez, un Garabateño Sanfrancisquence
caracterizado por el sentimiento de pertenencia a su toponimia, al lugar que
patentiza en cada interpretación de narrador o contador de “cuentos de
velorios”. Pero ¿qué camino nos conduce a este peculiar hombre? El camino nos
lo allana él mismo cuando nos refiere su sentimiento por San Francisco de Asís:
“Este es el mejor pueblo del mundo”. “Aunque los tiempos han cambiado para San
Francisco”.
El
estar siempre de humor lo identifica en su entorno social, querido y respetado.
No es una representación correcta sino que es llevado por la espontaneidad de
decir: “Yo era muy folklórico”. “Aún soy folklórico”. Su peculiaridad es su
origen esencial, es la fuente por donde emana la sensibilidad en el amplio
sentido de ver. Como vida venturosa y
cordial, abrazado conmocionadamente a sus compañeros de El Caro, lo hacen
relatar: “Somos nacidos y creados en el pueblo”, para demostrar lo importante
de su tierra, y de dónde es su proveniencia.
El
establecimiento de su mundo desde la niñez hasta ahora, etapa muy vivida,
agitado en recuerdos le dan el movimiento para trepar a las alturas de la
nostalgia, dándole cuerpo a la evocación, y la añoranza cobra su perfil más
inminente para cambiar su lugar ahora, su tiempo ahora, y enseñorearse en
movimiento espiral al reposo dinámico, nostalgiado.
Ponciano
Ramírez en el aldeano San Francisco fue actor del grupo Teatral CLUB 5V en los
años 60; esta condición lo llevaba a disfrazarse en carnaval y ser factor
primordial en la alegría de estas fiestas en el pueblo. Ahora a su edad de
setenta (70) años conserva el vigor de las gentes generosas y activas, aunque
su oficio esté perdiendo vigencia, no así su exultación o lo que es lo mismo,
su alegría extrema.
El
escritor venezolano Carrera Damas, (1993, p.61) refiriéndose a los contadores y
contadoras de cuentos en velorios detalla concretamente: “Contar cuentos en
velorios es encontrar la manera de no estar hablando todo el tiempo de la
muerte, o más bien de mentarla distrayéndose, sin pensar mucho en ella y sin
que ella piense mucho en uno”...
En Ponciano Ramírez encontramos a un conjurador de la muerte doméstica y en su sano humor es un sobrevenir narrativo, cotidiano. Su ser un lugar abierto en medio de San Francisco de Asís, porque él deviene y es todo un acontecimiento en la verdad de su arte narrativo oral.
José Sánchez Arévalo/ 2014
Ponciano Ramírez. |